miércoles, 4 de enero de 2012

Es lo que me encanta.

El golfo, el canalla, el malo, el que se enciende un pitillo mientras pide otro cacharro, el que no rinde cuentas a nadie salvo a sí mismo, es la promesa eterna de la libertad. Es el que, a su lado, cada día será diferente al anterior. Es la inestabilidad, la tormenta, el caos, el “hoy te quiero menos que ayer y mañana no sabré quién eres”. Es la sonrisa hipnótica del rebelde sin causa, el capitán Jack Sparrow, el mañana que nunca muere. Es, en definitiva, la atracción que ejerce lo prohibido, lo que no nos conviene, lo que nos va a hacer sufrir, porque, en el fondo, esa atracción se basa en la remota y utópica posibilidad de poder domar a la fiera, de ser la que ha conseguido meter en el redil al que nunca quiso ser boy-scout, es decir, la atracción de ser la que ha conseguido que la sonrisa de un canalla deje de lucir, o mejor dicho, que sólo lo haga para ti. Pero, si él hiciera eso, sería como los demás, como los que convienen, como los que no te harán sufrir, y, entonces, ya no tendría ningún tipo de morbo. Por eso sigue sonriendo, y, en el fondo, es eso lo que me encanta.

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