domingo, 5 de febrero de 2012

Siempre

Entonces, de repente, sin que yo te preguntara lo soltaste todo. Hablaste de dos mil once, y de como el mundo se terminó un año antes de que lo predijeran los mayas... Hablaste de la primavera más fría de tu vida. Hablaste de venganzas secretas y de noches de lágrimas... Hablaste de huidas, de nieve, de olvido. Cuando terminaste de hablar yo no pude evitar abrazarte y acariciarte el pelo, parecías tan frágil. En ese momento, con los ojos apunto de llorar me miraste y dijiste:

- ¿Sabes? Se puede seguir queriendo después del olvido.

Yo asentí, y es que tenías razón. En ese momento fue justo cuando lo comprendí. Aunque pasaran los años, aunque llegara el olvido, yo te iba a querer siempre.

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