viernes, 20 de abril de 2012

Por supuesto que me gusta.

Solía besarme en la espalda. No eran besos normales. Apoyaba sus labios en mi piel, como si fuesen ventosas. Eran besos mojados. Me acariciaba la espalda durante horas. Me besaba sin parar. Me acostumbré a dormir atrapada entre sus piernas y sus brazos. Rodeada de mimos y algodón. Podía pedirle cualquier cosa. Hazme esto, hazme lo otro, bésame en este sitio, bésame en este otro. Nunca fallaba. Nunca, nunca fallaba. He sido la niña más mimada de la creación. Sus miradas codiciosas, sus sonrisas cómplices.Por supuesto que me gusta, me gusta más que nada.

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