sábado, 29 de septiembre de 2012

Quizás para darte cuenta de ello tienes que perder demasiado.

Me prometí a mi misma que no volvería a desaprovechar ni un solo segundo. Fue una época difícil, la más difícil de todas. Una época en que las semanas se iban empaquetando para quedarse atrapadas. En que vivir consistía en esperar a que pasara el tiempo, en dejar atrás los días anteriores, sin más, Y llegó un punto y aparte. Y desde ese momento, decidí que exprimiría cada instante, que reflexionaría sobre cada momento, que jamás viviría por vivir, porque vivir es mucho más que pasar los días de un calendario. Quizás por eso no podía soportar esa pasividad. El tiempo no se detiene nunca. Quizás para darte cuenta de ello tienes que perder demasiado. Le quería con todas mis fuerzas y aún así no servía de nada. Él se quedaba parado pero yo seguía corriendo. Cuando me quise dar cuenta estaba a años luz de distancia. Nos separaba un abismo. Éramos tan diferentes que por mucho que yo gritase que le necesitaba no me oía. No hablábamos el mismo lenguaje. Yo esperaba gestos, él palabras.

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