Se río a gusto. Por primera vez desde hacía muchos años, se dio cuenta de que no estaba pensando en nada, absolutamente en nada, y se sintió ligera y alegre. No obstante, de repente dejó de sonreír. Sin quererlo, se puro a mirarse desde fuera: era uno de los muchos peatones que había en la acera; veía pasar aquel coche con chófer que llevaba detrás a un hombre y a una mujer que se reían. Se reían. Y aquella mujer era ella.
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