sábado, 8 de noviembre de 2014

Trescientas diecisiete respuestas.


El tiempo no trajo olvido, trajo respuestas a todas las preguntas que no supe contestarte. Y llegan tarde. Llegan tarde porque ya no escucho tus preguntas, ni nada que venga de ti. Llegan tarde porque ya no doy besos que te hagan callar. Y llegan tarde, porque ni siquiera ahora que sé todas las respuestas, soy capaz de dejarte ir. 
Y si todo llega tarde es porque el tiempo es lo único que me queda de ti, y por eso tarda, porque el día que se me acabe el tiempo, también te irás tu. Ahora que tengo respuestas, me gusta que pase el tiempo. Cuando el tiempo pasa, recorro riendo todos tus lugares y siempre encuentro respuesta a un pregunta que no me hiciste; cuando el tiempo pasa, me quedo despierta hasta tarde y imagino que al otro lado del tiempo, tu también estás despierto, y compartimos insomnio; y cuando pasa tanto tiempo, tanto que ya no soy capaz de recordar cómo eramos, pienso en todo lo que me preguntabas, y le doy tanto amor a las respuestas que duele menos y deja que tu recuerdo duerma esa noche conmigo, que me seque las lágrimas y que prometa que esta noche no se va a ir, que esta noche sí es para siempre.
Solo ahora que las respuestas me comen por dentro, soy capaz de ver que cuando se me acabe el tiempo, tampoco podré olvidarme de ti. Y no hay nada que haga pasar más rápido el tiempo que pensar en mi propia auto-destrucción.


"Si me buscas, sabes que iré. Y si me llamas, sabes que correré. Que correré a por ti."

2 comentarios: